domingo, 17 de marzo de 2013

"EL DESVÁN" - Pintado esta tarde.

Serie "En ruinas".
"El desván" - acuarela y témpera sobre papel - 21 x 29,5 cms.

MENÚ DE HOY: ALMEJAS A LA MARINERA; SETAS EMPANADAS Y FRUTOS SECOS.




 Os propongo hoy un menú fácil de preparar y muy equilibrado. Platos que, además, podéis enriquecer con alguna salsa y pasta.

ALMEJAS A LA MARINERA

Ingredientes:
- 1 kilo de almejas
- Aceite
- Ajos
- Perejil
- Pimienta
- Sal
- Vino blanco
Alternativa: Se pueden agregar las almejas a la marinera a la pasta que más os guste: macarrones, espaguetis, fideos gordos, etc.

Elaboración:
Lavar y limpiar bien las almejas, desechando las sospechosas de contener fango. En una sartén grande  agregar tres cucharadas de aceite de oliva virgen extra y unos ajos majados con perejil y pimienta (mejor blanca). Sobre el sofrito, colocar las almejas y echar un vasito de vino blanco o un amontillado. Cuando se abran, están listas para comer; desechando, como digo, se queda alguna sin abrirse. La alternativa de mezclar las almejas a la marinera con espaguetis, por ejemplo, es una combinación muy rica y saludable, al unir a la proteína hidratos de carbono.

SETAS REBOZADAS

Ingredientes:
- 1 kilo de setas (planas); las de "invernadero", bien limpias y recién cortadas, son excelentes.
- Pan rallado
- Huevo batido
- Majado de ajo, perejil, sal, tomillo, romero y pimienta negra
- Aceite de oliva

Elaboración:
Limpiar bien las setas. Si las laváis, hay que secarlas luego con papel de cocina, mejor que con un trapo. En un huevo batido, se le agrega el majado de ajo, perejil, sal, un poco de aceite, tomillo, romero y pimienta negra. Se pasan por él las setas y luego se rebozan con el pan rallado. En aceite muy caliente, se fríen las setas sin quemarlas. Se puede acompañar de una mahonesa fuerte a la que podéis añadir un par de ajos. El ajo blanco es también una salsa que combina muy bien con las setas.

FRUTOS SECOS

Ingredientes:
- Un combinado de frutos secos entre los que no deben de faltar los dátiles, orejones, pasas, alguna fruta escarchada y seca y almendras.

¡BUEN PROVECHO!



sábado, 9 de marzo de 2013

DOS TOREROS DE ENCARGO


Mi amiga Inés Serna me encargó dos dibujos "de toreros" para regalárselos a su marido, Manolo Camacho, y a Javier Martín, que han montado una pareja taurina... Tenía que llevarlos a la cena de cumpleaños de Pilar, la más joven de nuestra pandilla. Y ahí están.

viernes, 8 de marzo de 2013

PUENTE VERDE; ÚLTIMO CAPÍTULO


Capítulo XXIII

De un tiro por la culata

A Salvador Gabarda ya no le molesta Mariano, no le llama por teléfono, ni le manda  recados con Bruno, como otras veces; parece –piensa- como si se lo hubiera tragado el mar, como si se hubiera muerto directamente, que ya ni sale en el periódico, ni se le ve por la calle o en el “Sotanillo”, que es cosa rara –le ha dicho hoy a su padre-, porque Bracamonte llega el lunes y es obvio que algo tendrá que decirle al pueblo, como Gobernador de Ciudad Dorada, que  al personal lo tiene expectante y anheloso; porque ve y contempla ensimismado las fotos del Dictador por las calles, en todas partes, hasta en los escaparates de las lencerías y las vitrinas de las pastelerías, junto a las bragas blancas y sostenes negros de señoras, y al lado de los merengues de fresa y los tocinillos de cielo; sin más información que la imagen de siempre: un Caudillo, tal vez algo más gordito, con la mirada al frente -como debe ser- y una sonrisa demasiado seria. Y hoy, además, con el Arco del Triunfo ya montado en la avenida que lleva su nombre, con un retrato-dibujo horrendo en la calle adyacente  y la leyenda habitual en medio de mucho laurel y farfolla.


Así las cosas, Gabarda ha decidido darse una vuelta por los lugares que gustan a Mariano, que a lo mejor se lo tropieza y le dice lo del protocolo; que tiene menos secretos de lo que se podía esperar, que está chupado, que sólo queda una duda o, mejor, dos: a quienes sentar en el banquete a los lados de Bracamonte, que al no tener Mariano señora para el flanco derecho, no es cosa de falsear la realidad; porque, parece evidente que a la izquierda del Dictador, que era la otra preocupación, se sentará la mujer del Alcalde, Leocadia Amescua, que todavía puede enseñar rodilla a pesar de sus cincuenta años y sus ochenta kilos, que tiene buena conversación y mal aliento, que no importa lo último porque se quita con pistolines... ¿sabe usted?
¿Qué le parece el plan de Gabarda? ¿Verdad que lo tiene claro el resbaloso? Pues agudice ahora la vista que ya se acerca Faustino Salmoral, tan tieso como siempre, con puro incluido; que seguro –intuye Salvador- que se lo regaló la estanquera el  jueves pasado, que sólo quedaría por saber si antes o después del polvo...         
-¿Cómo lo llevas, Faustino? ¿Cubano o de Canarias?
-¡Te equivocas, Gabarda..! Holandés de pura cepa, vía Larache. –precisa Faustino-
-Pues desde lejos parecía otra cosa –afina Gabarda-, que el otro día me dio Marisol uno que, de momento, me huele igual; y me aseguró que lo habían hecho a mano al otro lado del charco...
-Son cosas de doña Marisol... –marca distancias Faustino-
-No sabía que la estanquera tuviera madre... –ironiza el resbaloso-
Pues yo tampoco, amigo.
 -¿Qué quieres? –corta Salmoral el vacile-
-No, nada... ¿Sabes algo de Mariano?
-Ahí lo tienes... –señala Faustino a un balcón del Gobierno, para agregar-   Vengo de entregarle unos informes que me pidió.
Salvador Gabarda no quiere perder el tiempo; se ha reservado la tarde para sus padres, que hoy es San Nicolás, una fecha de mucho trajín en la cocina familiar y trasiego en el cuarto de estar, que doña Ana Pantoja siempre lo celebra a lo grande, con mucha charcutería de la fina y bastante huevo hilado; que siempre busca quedar más que bien con su marido y con quienes asisten a la onomástica, que son pocos los invitados y muchos los no previstos. Así que ya pasó esta mañana por Casa Gervasio y la Dulce Alianza, porque prefiere ver y probar el género antes de llevárselo. Algo natural para una buena anfitriona y mejor esposa y ama de casa, que doña Ana lo tiene muy claro, que es ahí donde está el secreto de un hogar estable para vivir y educar a los hijos, por muy cafres que le hayan salido, que no es el caso. Así que Salvador, antes de sumergirse en un ambiente de chorizo de cantimpalo y empanadillas de salmón, sube ya las escaleras del Gobierno para decirle a  Mariano que lo del protocolo no puede esperar, que debe cerrarse ya, que toma o deja su propuesta o todo se va al garete, por no decir a un sitio peor. Y con las ideas muy claras en la mollera y las respuestas prontas a punta de lengua, por si es menester, el resbaloso se tropieza en el rellano con el secretario particular de Urbinovich.
-Maturana, dile a don Mariano que estoy aquí, que he venido a...
Salvador no puede terminar la frase, le interrumpe el fiel Cándido con no poco ahogo en la garganta y no menos sofoco en la cara.
-Te puedes ir por donde has venido, Gabarda, que el jefe está con una crisis de ansiedad y le está atendiendo Roncillas, que hasta se ha traído el maletín por si las moscas...
-¿Tú crees que es grave o como siempre, Cándido? –se apresura a cuestionar Salvador, no muy sorprendido, para preguntar luego- ¿No ha venido Salmoral hace un rato? 
-Si, y le he dicho lo mismo. Ha dejado ahí una carpeta  y se ha largado.
¡Que cabrón, ni siquiera ha visto a Mariano! -piensa Salvador antes de retomar el interrogatorio...-
-Pero, ¿cómo está?
- ¿Qué quieres que te diga? –le responde el secretario, para añadir- Lleva así desde anoche, que me despertó sin esperarlo, con intención de que le llevara a la Casa de Socorro, que ya es para preocuparse,¿oyes? que siempre ordena que le vengan a ver aquí, que dice que prefiere morirse en casa... Un poema, Salvador... Al final -concluye- le tuve que traer al despacho para estar más cerca del cardiólogo, que vive en la esquina.
-Tal vez si le veo y digo que todo está controlado –insinúa Gabarda- se le pase el canguelo; porque  no se trata de otra cosa,Cándido, que te lo digo yo –sentencia- que está cagado por lo del lunes...
-Haz lo que te parezca, está ahí en el mismo despacho, pero a mi no me has visto –le dice Candido-.

Salvador Gabarda no se lo piensa ni un segundo y golpea con los nudillos la puerta sin que nadie le responda. Toma el pómulo entonces y abre por las buenas, a la brava, pero sin hacer ruido.


(Ilustración nº 24 - 3Dibujo Pinteño - A toda página)

Usted se encuentra nuevamente, como al principio de la historia, ante la falsa columna del despacho de don Mariano Urbinovich y Sánchez Olmedo, gobernador de Ciudad Dorada. Aquí le conoció. En poco o nada ha cambiado la estancia; sólo el cuadro de Bracamonte,  más joven para la ocasión, y poco más. Los tres balcones están abiertos y dejan entrar, confundidos como entonces, el aroma de los jazmines y madreselvas de la plaza y el rezumar pestilente de las boñigas de los caballos esparcidas por el suelo de adoquines. No se escucha esta vez a Mónica dentro de sus galerías -¡ya sabe!- devorando el mas puro nogal en la mesa de don Nicolás Salmerón.

Y en pleno escenario, todavía no se ha percatado Mariano de la presencia de Gabarda; tampoco de la suya, porque –no se olvide- es invisible y le separan de todos los personajes de esta historia, en el espacio y en el tiempo, más de cincuenta años. 
Ahora se apoya usted, por última vez, en la falsa columna del despacho del Gobernador de Ciudad Dorada y observa al doctor Roncillas, que le habla a la primera autoridad, desplomada en su sillón y con el brazo extendido.
-No se ponga nervioso, don Mariano, que no es nada... Sólo le voy a tomar la tensión.
-¡Ejem..! –se atreve a exclamar el resbaloso-
-¿Quién está ahí? -dice el Gobernador alzando la cabeza-.
-Soy yo, Mariano, tu amigo Salvador, que me lo ha contado todo Cándido cuando he venido a traerte lo del protocolo... Y no podía irme sin saber de ti.
El cardiólogo tiene que suspender la presión del fonendo en el brazo de Mariano y se vuelve para recriminar a Gabarda en un tono no muy cordial.      
-Haga usted el favor de salir y esperar fuera que... –no puede terminar la frase, porque le interrumpe el Gobernador-.
-No le hagas caso, Salvador; pasa y siéntate donde puedas.
La salida de todo de Mariano, más bien la grosería para con el galeno, no se la esperaba Roncillas; ni mucho menos Gabarda, que obedece y toma asiento frente al sillón. El cardiólogo mira entonces a ambos y, haciendo un esfuerzo parea evitar que se le note demasiado la irritación, exclama con ademán de suspender su trabajo...
-Aquí sobra uno y ése soy yo...
Hay un silencio frío y cortante,  roto en  décimas de segundo por uno de los postigos del balcón central, que se revuelve y arrastra su puerta chirriante y desencajada para golpear, algo amortiguada,  el portante de madera a ras del suelo. Se miran los tres con entrecejo y, cuando se dispone Mariano a hablar, suena el teléfono.
-¡Cógelo..! –exclama el Gobernador, señalando alternativamente con el dedo a Gabarda y al aparato-
Salvador dispara la mano y descuelga, al tiempo que el doctor se queda como una estatua de sal en medio del despacho.
-¿Quién llama, por favor? –pregunta el resbaloso con autoridad y educación-.
-Dice que es Aceituno Solariego, Mariano... –manifiesta Salvador, después de atender al comunicante-.     
-¡Deja, deja, que es el Gobernador de Jaén! –exclama Urbinovich, quitándole  el teléfono a Gabarda-.
-¡Dime, dime..! ¿Qué pasa, Aceituno?
El cardiólogo Santiago Roncillas ha hecho mutis por el foro, ha desaparecido, literalmente, del despacho del Gobernador; y, mientras éste sigue al teléfono, Gabarda ve con claridad a través de uno de los balcones cómo el médico, ya en la calle y en diálogo consigo mismo, cruza de acera y empieza a atravesar la plaza gesticulando y salvando las parcelas ajardinadas de geranios y madreselvas.  
Abandona usted la falsa columna y se sitúa ahora a la espalda del sillón de Mariano, que se pone de pie, gira el cuerpo a su derecha y mira perplejo a Gabarda sin soltar el auricular. Vuelve entonces a desplomarse en el sillón con una sonrisa muda de oreja a oreja y comienza a hablar en voz alta para que se entere Salvador de lo que escucha al otro lado de la línea.
-O sea, que le ha dado en todo el bebe, así por las buenas... Y se lo han llevado en un autogiro a Madrid... Pues mira –prosigue-  cómo me tiemblan las piernas, Aceituno; a eso –concluye- le llaman en mi pueblo “salirle a uno el tiro por la culata”...
Usted ha sido testigo de la conversación telefónica. ¿Qué me dice?  Parece que a Mariano, así de pronto, se le ha quitado el ahogo y el sofoco; también a Cándido, que ha escuchado todo desde el otro lado de la cortina.
La puerta del balcón ha retrocedido y se ha parado en seco. Está de nuevo abierta.
Hace unos minutos que terminó la conversación telefónica entre las dos autoridades provinciales. Lo último que usted escuchó a la espalda del sillón de Mariano fue una frase dirigida a su camarada de Jaén...
-...No sabes el peso que me he quitado de encima. Luego te llamo, Aceituno...
¡Venga ahora..! Asómese al balcón y mire a Mariano y a Salvador  camino del “Sotanillo”. Han salido del edificio sin darnos cuenta. Van del brazo, como en los viejos tiempos; bueno, no tan viejos, desde un poco antes de ser Gobernador de Ciudad Dorada, casi quince años después de terminar la Contienda, cuando coincidieron en la fiesta de antiguos alumnos del colegio de frailes y recordaron entre risas a Tesifón Piqueras Somuézanos, el niño de Guadix; el que terminó disfrutando con las refriegas y cosquillas del hermano Félix, en las ingles o así.
Ya han doblado la esquina y están a punto de olfatear el café de Ricardito. 
Suena una sirena en la plaza rectangular; en la  misma plaza de siempre. ¿La recuerda? Es la plaza que tiene las dimensiones de un campo de fútbol y una pérgola en el centro; la que alberga las arcadas de ladrillo, invadidas por enredaderas de jazmín; la que sostiene bancos de mampostería con mosaicos arabescos adosados; la que todos llaman Plaza de los Caballos. Observe a los niños que tiran piedras a los peces de colores en la fuente octogonal. Vea con qué gracia se aproxima, vestido de blanco, Antonio el barquillero, que cruza sonriendo entre los cocheros, que fuman sin parar,  y junto a los caballos y la yegua cartujana entrada en años, que comen algarrobas acompasados, arrogantes, enjaezados, dejando oír los cascabeles mientras arrojan, levantando las colas, boñigas que se incrustan humeantes en el suelo de adoquines.
Mire a Antonio; sigue su camino, avanza y saluda a todo el mundo. Salva los obstáculos de la plaza como si nada, como si no tuviera importancia; confiado y ágil, decidido y sin perder sonrisa y compostura, con lo que debe de pesar su carga de latón, repleta de aromas e ilusiones...
-¡Hay barquillos y tortas de canela...! ¡Tengo barquillos y tortas de canela!  

MENÚ DE HOY: CALDERETA DE ARROZ CON BOGAVANTE





Hoy, viernes de Cuaresma, os propongo un menú de esos que llamamos "contundente": una caldereta de bogavante, ahora que se pueden encontrar en el mercado a un precio asequible: unos 8 euros. Yo los he encontrado así en dos supermercados diferentes y de una excelente calidad. La podéis hacer con arroz, ya que en algunos lugares se limitan a la caldereta "pura y dura", sin arroz. La acompañaría con una ensalada de berros y aguacate y un postre de naranja preparada. Vamos a contarlo...

CALDERETA DE ARROZ CON BOGAVANTE 

Ingredientes:
- Dos vasos de arroz
- Dos bogavantes medianos
- Docena y media de mejillones
- Un calamar gordo de potera
- 1/2 kilo de almejas gordas
- Una cola de rape
- Dos patatas
- Tomates, cebollas, pimientos verdes y rojos.
- Caldo de pescado
- azafrán
- Pimienta blanca
- Perejil
- Una guindilla seca
. Sal en escamas

Elaboración:
Se prepara un sofrito con los tomates, la cebolla, los pimientos y las especias. Lo reserváis. En una cazuela elaboráis un caldo de pescado con morralla y una cabeza de rape. Una vez colado, agregáis las patatas en rodajas no muy gruesas y, a los pocos minutos, le echáis el sofrito. Los bogavantes, bien lavados, como el resto de los ingredientes, se parten en cuatro trozos y se golpean. Todos los demás ingredientes se echan en la cazuela o recipiente de barro por éste orden: calamar, rape, almejas gordas y mejillones. Deben espaciarse no más de un minuto. Es el momento entonces de añadir la guindilla. Hay quien echa el arroz al final o bien mezclado antes con el sofrito y el azafrán. Yo lo hago así, porque el proceso posterior es rápido y todo se va haciendo en menos de 30 minutos.

¡BUEN PROVECHO!

miércoles, 6 de marzo de 2013

EL MENÚ DE HOY: ENSALADA CASERA; AJO COLORAO Y COPA DE FRUTAS



Mi propuesta de hoy es un menú con un potaje del recetario de Isabel y un entrante de ensalada con todo lo que tengáis por el frigorífico y un postre de frutas con sus zumos.

ENSALADA CASERA

Ingredientes y elaboración:
Dado que siempre hay restos por la nevera de lechugas, algún pepino, un par de tomates, tal vez algunas ciruelas pasas u orejones, un trozo de cebolla, etc. Lo troceáis todo y le ponéis el aliño a vuestro gusto. Yo suelo utilizar para este tipo de ensaladas una mezcla de mostaza, aceite, anchoas, unas gotas de vinagre de manzana y un poco de sal en escamas.

AJO COLORAO

Ingredientes:
- 1 kilo de patatas
- 200 gramos de bacalao
- 2 pimientos secos
- 1/4 de kilo de tomates maduros
- 8 cucharadas de aceite de oliva
- Ajo, pimentón, cominos y sal en escamas
- Huevos duros

Elaboración:
Hoy ya no es necesario seguir el proceso de desalar un trozo de bacalao. Hay lomos fantásticos en los buenos supermercados o "casas del bacalao". Así que con uno o dos lomos de 200 gramos, los ponéis cortados en trozos en una cazuela con las patatas en cascos y el tomate; se añade un poco de agua y se deja cocer hasta que las patatas estén tiernas. En el mortero se majan los ajos, el pimiento seco, el pimentón, los cominos y el aceite. Se mueve todo como si fuera mahonesa. El bacalao cocido se saca de la cazuela y se desmenuza. Las patatas se pasan por el pasapuré junto con el resto de los ingredientes, se le agrega el bacalao y se adorna con los huevos duros.

POCA DE FRUTAS

Ingredientes:
- 2 mangos hembras
- 2 naranjas
- Una docena de fresones
- 2 tajadas de melón
- Una hojas de menta
- Azúcar o sacarina

Elaboración:
En el zumo de una sola naranja, agregáis los trozos de mango, melón y fresones, más unas hojas de menta. Lo dejáis en un recipiente en la nevera hasta la hora de servir en las copas. El azúcar o la sacarina deben de ponerse ya en la misma copa.

¡BUEN PROVECHO!





martes, 5 de marzo de 2013

UN MENÚ DIVERTIDO PARA HOY: HUMMUS CON VERDURAS; BROCHETAS DE ATÚN Y PLÁTANOS FRITOS CON MIEL




Hoy os propongo un menú divertido y fácil de hacer. Un entrante exótico y variado; un segundo plato de pescado azul y un postre de plátano canario.

HUMMUS CON VERDURAS 

Ingredientes:
- Dos o tres cucharadas de aceite de oliva
- 1 diente de ajo grande
- 250 gramos de garbanzos cocidos
- 1 limón
- 1 cucharada de tahini (harina de sésamo, que podéis encontrar ya diluida en forma de pasta).
- Verduras a vuestro gusto, a la plancha con un poquito de sal gorda

Elaboración:
Se mezclan en la batidora los garbanzos, el limón y el tahini. Se deja reposar unos minutos mientras preparáis las verduras a la brasa. Servir en el centro de la mesa con un chorrito de aceite y acompañar con las verduras.

BROCHETAS DE ATÚN

Ingredientes:
- 1/2 kilo de atún rojo en taquitos
- Tomates pequeños
- Pimiento verde
- Laurel
- Pimienta negra
- Aceite de oliva virgen
- Sal

Elaboración:
- Montáis las brochetas a vuestro gusto y las ponéis a la plancha o a la brasa dándole el punto, sin que se seque el atún.

PLÁTANOS FRITOS CON MIEL

Ingredientes:
- Plátanos de Canarias, si es posible, algo maduros
- Miel de romero (vale cualquier otra)
- Unas porciones de mantequilla con un poquito de aceite de oliva para que no se queme.

Elaboración:
Se echa en la sartén la mantequilla y un poquito de aceite. Cuando empieza a espumear, se agregan los plátanos y un chorreón de miel. Se pasan hasta que oscurecen acaramelados.

¡BUEN PROVECHO!

lunes, 4 de marzo de 2013

ALGUNAS DE MIS CERÁMICAS, QUE YA NO TENGO


Algunas de estas cerámicas ya no las tengo; soy así... las voy regalando. Cuando alguien viene por casa y observa alguna de las estanterías suele decir... "¡Qué bonita es esa cerámica!" Y voy, la cojo y se la doy. Tal vez me lo agradezca Berta, que también suele decir... "Ya no hay sitio para ponerlas..." La azul, que parece un botijo o una gallina... o vaya usted a saber, se la regalé el año pasado a mi amiga Inés Serna, señora de Camacho. ¡Qué voy a hacer si le gustó!

PUENTE VERDE


Capítulo XXII

De los prolegómenos de un viaje oficial

Bracamonte se ha levantado hoy algo más temprano que de costumbre, a las seis de la mañana; y al tratar de darle la vuelta a una de las zapatillas, que se le resistía sobre la alfombrilla del dormitorio, se le ha escapado una ventosidad...
-¡Ay, por Dios! –exclama su señora desde la cama-
Él, ni se inmuta; sencillamente, encamina sus pasos hacia el cuarto de baño, contiguo al dormitorio y, sin abrir todavía los ojos, se baja el pantalón del pijama, de color marrón oscuro,  y se deja caer sobre la taza del retrete. No tarda ni un minuto en aliviarse del todo y tira rápido de la cisterna; se gira entonces sobre su eje sin mover los pies, como dando un paso de chotis y, mientras suena todavía el agua en el inodoro, corre la persiana de un ventanuco... Trata de comprobar el estado de la mañana, si ha amanecido ya,  y observa que todavía es noche cerrada. Se frota entonces las manos, se vuelve a meter en la cama, se coloca del lado derecho y se tira otra ventosidad, esta vez a sabiendas y con energía.
-¡Ay, por Dios, por Dios! –reitera la señora, aún en el lecho-  
Bracamonte se medio vuelve, la mira de reojo y  murmulla algo que sólo puede entender ella, que le contesta con rotundidad y un cierto maternalismo.
-Modera el lenguaje; sal de la cama  y tómate las pastillas antes de que te suban el café.
El dictador vuelve a murmullar mientras obedece y se incorpora. Ya de nuevo con las zapatillas  y en pie, emprende una carrerilla con trompicones camino de su despacho, al fondo del pasillo. Antes de abrir la puerta, piensa que no se ha lavado las manos y la cara; y, lo que es más grave, tampoco el culo; así que, da la vuelta sobre sus propios pasos y regresa al dormitorio, se quita el pijama con rapidez y, sin pensarlo demasiado, lo tira literalmente y con energía sobre la cama.
¿Qué le ha parecido a usted el despertar del Dictador?  Como el de cualquier ser humano que viste, calza y hace popó... ¿No cree? 
Si usted me acompaña ahora, le puedo mostrar lo que está sucediendo  en el otro extremo de la residencia oficial de Bracamonte...
Fulgencio Piedra, chofer del dictador desde la guerra de África y recién ascendido a brigada chusquero, saca brillo a un Rolls Royce negro dentro de una cochera que huele a gasolina por todas partes y a orín en las esquinas. Con su propio vaho y un trapo bien seco, al señor Piedra no le resulta muy complicada la operación; sólo cuando descubre alguna adherencia de origen indefinido. Es entonces cuando utiliza el escupitajo como fórmula más precisa y contundente, que el Caudillo –piensa- se lo merece todo.

(Ilustración nº 23 - Fotos 21 y 27 –coche oficial y Rolls Royce - A toda página)

Hoy le toca llevar a Bracamonte a la sierra de Cazorla, en el corazón de una de las comarcas más bellas de Jaén, al norte de la Urcitania, donde el gobernador de la provincia, Aceituno Solariego, le ha montado –valga la redundancia- una montería por todo lo alto. Será la última antes de la visita oficial a Ciudad Dorada, prevista para el próximo lunes. Como hoy es viernes, a Fulgencio Piedra se le hace agua la boca; sabe que comerá perdices de perdigón, beberá buen vino de la tierra y dormirá en la posada de Lucrecia, la más limpia y nombrada del lugar. Está convencido de que el Caudillo no regresará a la capital en todo el fin de semana.
-Tendría entonces que retornar nuevamente el mismo lunes para su visita a Ciudad Dorada. –le comenta al mecánico, Nicolás Palomino-. Dormirá, pues, los próximos dos días –trata de auto-convencerse- en la caseta forestal.
No está muy descaminado Fulgencio en sus intuiciones y apetencias, porque acaba de entrar  en la cochera el ayudante del Cuarto Militar de su Excelencia, Niceto Bretones, quien ordena a los subalternos que preparen también los otros dos vehículos de paseo, incluido el negro descapotable de Hitler -concreta- para el viaje a Cazorla. No ha confirmado que de allí irán a la otra provincia del sur, pero está clarísimo; de ahí que Fulgencio imprima, con satisfacción y profesionalidad, más ritmo al lustre del coche y más fuerza  a sus escupitajos sobre las manchitas sospechosas.
Bracamonte hace media hora que se ha tomado su segundo café y su tercera tostada con aceite de oliva virgen de Baeza y mucho azúcar de Adra, que se las traen a propósito para su salud, que para eso “la dieta mediterránea” ya la descubrieron las mujeres del cuaternario.
El Dictador permanece ahora sentado en un sillón de su despacho, al otro lado de la mesa del escritorio, y puede usted ver que se ha vestido de un verde indefinido, color mugre, diría un experto. Sostiene sobre las piernas un sombrero del mismo color y, en el otro sillón contiguo, se visualiza un capote caqui de doble paño; el mismo que utilizó en la última montería de La Carolina, hace hoy tres semanas y un día.
Por unos instantes, Bracamonte se siente aparcado en el sillón, como el coche que bruñe Fulgencio en la cochera, pero sin vaho y escupitajos, de momento. Se ha sentado donde está casi por instinto y espera que alguien le diga algo. Sin haber escuchado una proximidad sigilosa, entra su mujer en la inmensa estancia rectangular repleta de tapices con escenas de caza y, tocándose las aletas de la nariz, somatiza un cierto olor ambiental, más bien peste, entre a zorruno, caca y alcanfor.
-¡Ay, por Dios, hombre bendito! –exclama, para añadir-. Podías ventilar de vez en cuando el despacho y, de paso, tu abrigo, que huele a manta zamorana...
El Caudillo no ha movido ni un músculo de la cara ni de las orejas. Su mente está ocupada en asuntos de mayor rango y más trascendencia. ¿Qué le importan a él los olores ambientales de un despacho? Nada. Lo contundente –no tiene duda- es la brisa del mar y la bruma de un bosque antes de despuntar la mañana en cualquier época del año, que para olores nauseabundos y vomitivos los del cuartel con sus letrinas o los del campo de batalla con sus muertos.
-¡Qué sabrás tú! –responde a su señora, sabiendo lo que dice-
-¡Qué sabré yo...!  ¿De qué? –contesta ella, en tono impertinente-
Obtiene entonces de su marido, sin inmutarse, un silencio por respuesta.
Al otro lado de la residencia, Fulgencio Piedra deposita su último escupitajo sobre el faro izquierdo del coche y exclama como final de la tarea bien hecha...
-¡A tomar por culo..!
El chofer se ha quedado unos segundos observando el vehículo; ahora lo rodea sin apartar la mirada, como si se tratara de una obra de arte y,  además, suya.
Trescientos treinta y cinco kilómetros al sur de la cochera, Aceituno Solariego descuelga el teléfono de la mesita de noche de su dormitorio y llama personalmente a su camarada y amigo Mariano Urbinovich. El Gobernador de Ciudad Dorada deja sonar la señal auditiva cuatro veces antes de descolgar el auricular...
-¿Quién es?
Al otro lado de la línea, la primera autoridad de Jaén, despejado y elocuente, le responde...
-¡Qué pasa contigo, mariconazo; espabila que van a dar las ocho! –y agrega- ¿Cómo lo llevas?¡Que hoy me viene a mi el pequeño gran hombre y te lo voy a poner calientito para el lunes..!
Mariano no sale de su perplejidad. Reconoce la voz de Aceituno, pero no entiende nada de lo que le acaba de decir o, al menos, no lo comprende; así que, para poner en su sitio al interlocutor, le recuerda su graduación provisional.
-¿De qué me hablas, alférez de mierda?
-¡Hombre, Mariano, que te llamo con buena voluntad! –y añade- Que tengo hoy aquí a Bracamonte y me dice Lola, que está aquí a mi lado –le precisa-, que por qué no te vienes hoy a pegar unos tiros en Cazorla  y así rompes un poco el hielo y te tranquilizas para el lunes. Es una buena oportunidad –prosigue- de  que cambies algunas impresiones con el Jefe y, de paso, le demuestres tu puntería, que tenemos, además –concluye- un tiempo de puta madre...
-¡Ni pensarlo, que ya tengo aquí bastante tomate como para pegarme un tiro  yo mismo!
Desestimada y argumentada la negativa de Mariano a viajar a Cazorla, prosigue su conversación con Aceituno en tono cordial y relajado...
-Dile a Lola que le prometo una visita después de la que se me viene a mí encima la próxima semana, que van a ser tres días y medio de infarto, que no las tengo todas conmigo, que para  qué le voy a contar...
Son las nueve de la mañana del viernes y cinco coches negros en hilera -el tercero, un Rolls Royce distinto al de los salivazos- salen por la puerta principal de la residencia del dictador Bracamonte escoltados por seis motoristas. Fulgencio, embutido más que enfundado en su uniforme azul marino, le guiña un ojo al brigada Melquíades Salazar cuando cruza la verja, junto a la que se encuentra apostado y firme; luego, el chofer del Caudillo acelera y enfila el camino de Somontes con el volante bien asido y la mente totalmente en blanco. No se atreve a mirar por el retrovisor el asiento trasero que ocupan Bracamonte y su señora; el Dictador, según se mira al frente, el lado derecho, que así le viene mejor a la hora de  saludar por la ventanilla o de salir del vehículo. Al lado del conductor va el teniente de la guardia civil, Marcelino Espinilla con su metralleta montada y, al ser zurdo, con el dedo índice de la mano izquierda  extendido a lo largo del arma y dispuesto para lo que sea menester, que para eso le apodan Marcelino “el fino”, por su rapidez  y puntería, que no por la prestancia, más próxima a un primate de la Casa de Fieras de El Retiro.
A la altura del cruce de la carretera de La Coruña con el nudo sur, y a punto de desviarse la comitiva para avanzar con dirección a Aranjuez, un bache hace saltar de los asientos del Rolls a tan pomposos como sorprendidos ocupantes. El silencio se rompe entonces con una expresión que viene del asiento posterior.
¡Ay, por Dios, señor Piedra!


LAS ROSAS CON SORPRESA DE JESÚS DE PERCEVAL




Por los años 50, creo que 1952, Jesús de Perceval pintó al óleo sobre lienzo unas rosas -recuerdo que cuatro- y luego las recortó. Una tarde, en su casa de Almería, mientras pintaba con su hija Carmen sobre unas cartulinas, fui recogiendo por el estudio del fundador de la Escuela Indaliana esas rosas y una cara pequeña de mujer, también recortada. Cuando me fui con mi padre, a quien había acompañado a casa de Jesús, me llevaba las flores y la carita; cosa que trató de impedir mi padre. La reacción del pintor fue decir... "Que se las lleve". Y eso fue lo que hice. Ya en casa, mi progenitor debió de observar que en el reverso de las flores había otra pintura que, al recortar el lienzo, quedó fragmentada. Esa otra pintura era un desnudo de mujer. Las flores estuvieron siempre en uno de los cajones de la mesa del despacho de mi padre. Al morir en 1990, las rosas pasaron a mis hermanas, Pilar y Ana, y la carita a mi. Ahora, durante mi visita a Tarragona, donde reside mi hermana menor, he recuperado la imagen de dos de las rosas, ya enmarcadas, y el reverso, donde han colocado un cristal para que pueda verse la otra pintura. El resultado es el que aquí muestro. He de tratar de completar la figura del reverso en mi próximo viaje a Almería, donde vive mi otra hermana. Las rosas, como podéis observar, son bellísimas.

LAS RECETAS DE LA COCINA ALMERIENSE DEL SIGLO XIX Y SU PROTAGONISTA: ANA OROZCO (MI BISABUELA MATERNA)




LO PROMETIDO:

Todos los Durbán y la rama Orozco de Almería... y de otros sitios, como Granada, Sevilla, Madrid, etc; descienden de Fracisco Durbán Villanueva y Ana Orozco Segura. Francisco llegó a Almería (1858) para construir, como ingeniero de Caminos, la carretera de Puerto Lumbreras a Almería y los faros de la costa; también para rematar las obras del Puerto de Almería. Era oriundo de la provincia de Albacete. A poco de llegar, conoció en Garrucha (tal vez en Vera) a Ana Orozco Segura, hija de Ramón Orozco y Gérez (ya buscaré el nombre completo de la madre). Ramón Orozco era uno de los hombres más influyentes en el mundo económico y político de Almería. Presidió el Partido Progresista y la Junta Revolucionaria de la Provincia, siendo elegido diputado a las Cortes Constituyentes en 1869. Rechazó todas las condecoraciones que le concedieron; entre ellas, la Encomienda de Isabel La Católica. Su hija, Ana Orozco y Francisco Durbán se casaron en 1863 y tuvieron 7 hijos. El libro de "Recetas de Cocina", redactado de puño y letra por Ana Orozco, fue escrito en los primeros años de la segunda mitad del siglo XIX (hacia 1857) y recoge más de un centenar de recetas de la cocina almeriense de la época y, se entiende, que de mucho años antes. Hoy, empiezo a copiaros algunas, respetando la letra y magnífica caligrafía de la autora. Observaréis algunas manchas en el papel, de donde se desprende que tuvo el librito a mano durante las labores de cocina. Espero que os gusten. De no leerse bien, podéis copiar y ampliar la foto. Esta otra que os dejo, son de Francisco Durbán Villanueva y de nuestra protagonista: ANA OROZCO SEGURA (mis bisabuelos y padres de mi abuelo Salvador Durbán Orozco.

EL MENÚ DE LAS RECETAS DE ISABEL: Alcachofas rebozadas; lomo de cerdo en leche con patatas fritas y tomate; y tarta de manzana.





De regreso de Tarragona, donde he hecho un buen recetario y he traído otro familiar, reinicio los menús de Isabel. Hoy, con un menú sencillo, pero muy completo. Ahí os va...

ALCACHOFAS REBOZADAS

Ingredientes:
- 1 kilo de alcachofas
- Huevo
- Pan rallado
- Sal
- Aceite

Elaboración:
- Limpiar las alcachofas y partirlas en dos o cuatro trozos según sean de grandes. Se les echa limón para que no se pongan negras. Se hierven y escurren. Se pasan por huevo y pan rallado y se fríen.

LOMO EN LECHE, CON PATATAS FRITAS Y TOMATE CASERO

Ingredientes:
- 1 cinta de lomo de cerdo de un kilo
- 1 litro de leche
- 1 tallo de canela
- Pimienta en grano
- Sal

Elaboración:
En una cazuela se pone el lomo, el tallo de canela y los granos de pimienta. Se añade la leche y la sal y se pone a cocer a fuego lento hasta que la carne esté hecha, dándole la vuelta de vez en cuando. Se acompaña de patatas fritas (nada de precocinadas) y tomate frito casero (ya he colgado la receta en otra ocasión).

TARTA DE MANZANA

Ingredientes:
- 1 kilo de manzanas; la que más os guste. (Yo suelo poner siempre reineta o una manzana asturiana agridulce de piel roja). 
- 2 huevos
- 1 vaso de leche
- 1/2 vaso de azúcar
- 1/2 vaso de harina
Opcional: una capa de mermelada; mi preferida es la de naranja amarga

Elaboración:
Se pelan las manzanas y se cortan en gajos no muy gordos. Se mezclan la harina y el azúcar. Se baten los huevos con la leche. En el fondo del molde se pone una capa de manzana, encima se añade espolvoreando la mezcla de harina y azúcar; y, encima, la leche. Se van poniendo capas sucesivas hasta que se terminen las manzanas. Encima de todo se pone mermelada al gusto. Se hornea a 180º unos 20 minutos.

¡BUEN PROVECHO!