miércoles, 1 de mayo de 2013

RECETAS ERÓTICAS; HOY, BUÑUELOS DE FLOR DE CALABAZA



Inicio hoy una serie de recetas eróticas que me recomendó, en su día, el recordado escritor y periodista Manolo Vázquez Montalbán. No se trata de escoger un menú; simplemente, un plato con muchas posibilidades de poner en trance a la más pintada; y, en su caso, al más pintado.

BUÑUELOS DE FLOR DE CALABAZA 


Ingredientes para 6 personas:
- 16 flores de calabaza
- Aceite de oliva
- 60 gramos de mantequilla
- 2 cebollas juliana
- 100 gramos de miga de pan desmenuzada
- 3 yemas de huevo
- 1 cucharada de cáscara de limón rallada
- Sal
- Pimienta
- Perejil
- 125 gramos de harina
- 15 cl. de cerveza ligera
- 1 clara de huevo
- Otros 15 gramos de mantequilla derretida

Elaboración:
Se prepara una pasta cerniendo la harina y la sal en un cuenco, se le añade la mantequilla derretida en el centro, se trabaja un poco y se le agrega la cerveza poco a poco. Esta mezcla se deja reposar una hora. Se derrite la otra parte de mantequilla y en ella se fríe la cebolla sin dorarla. Se echa esto en un cuenco y se agrega la miga de pan, las yemas, el perejil, la cáscara de limón rallada, la sal y la pimienta. Con esto último se rellenan las flores de calabaza. Se bate luego a punto de nieve la clara y se incorpora a la pasta antes de freír. Se sumergen las flores rellenas en la pasta y se van echando sobre el aceite bien caliente. Cuando estén doradas se retiran del fuego con una espumadera se dejan escurrir sobre papel absorbente.

COMENTARIO 

Si se consiguiera que la situación amorosa implicara a algún pelirrojo de psicología complicada, se lograría algo parecido a la perfección, porque este plato -popular en los fogones romanos- es como poesía frita por un poeta norteamericano, pero sureño. No sé si me explico.
Es un plato que podría figurar en una tragedia de Tennesse Williams o de García Lorca, por poner un ejemplo más cercano a los andaluces. ¡Nunca en una tragedia de Ibsen o Strindberg. Si el pelirrojo fuera hembra, imprescindible la pamela, y que se cuelgue de las orejas y de los pechos las flores de calabaza fritas; y sea obligación de su acompañante irlas cogiendo con la boca y comerlas con delicadeza, tratando de no hacer ruido a pesar de las tendencias crujientes que acostumbran a manifestar las flores fritas. Esta excepción que no confirme ninguna regla. Las flores de calabaza fritas tienen un sabor sutil y tan transitorio que ni siquiera tendrá tiempo -quien las coma- para adquirir memoria de sí mismo. Ruego a todo el que deguste esta receta que me haga llegar, con pelos y señales, los efectos consiguientes.

¡BUEN PROVECHO!     

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