lunes, 4 de febrero de 2013

"PUENTE VERDE".


Capítulo VI


 
De un discurso de bienvenida a Bracamonte

 

Faustino Salmoral anda siempre tieso, como si se hubiera tragado el mástil de la bandera nacional o se lo hubieran metido por el culo, que da lo mismo; porque de lo que se trata es de ir derecho para hacer juego con su manera de pensar y, como puede usted ver, de ir también por la vida. Que no molesta a nadie o a casi nadie; quizá, tal vez, a Pepe Méndez, “el chepa”, ingeniero de caminos,  que no hace feos a su apodo y jamás pierde de vista los adoquines, ésos que camuflan las telillas de cebolletas para lastimar a los viandantes ingenuos, como aquél señor que acaba de  poner a prueba su cóccix y parte del sacro.

-¡Lavirgen, que cebollazo!

Si ya se lo decía yo a usted; que mientras no quiten de la circulación  los carros de la basura aquí va a ocurrir una desgracia monumental. Esto de ahora es el pan nuestro de cada día, sin citar el olor, que esa es otra; porque el espectáculo daña más al olfato que a la vista. La culpa es del alcalde, como casi todo lo que ocurre en Ciudad Dorada, que no es poco. Y esto de los desperdicios  pasa ya de castaño oscuro, que la gente no lo soporta, que va por ahí diciendo ¿y no podían salir a las seis de la mañana, antes de pasar la regadora?  ¡Hay que joderse!  ¿Y qué me dice del burro que tira del carro? Parece como si hubiera salido, en vez de la cuadra, de un campo de exterminio nazi... ¡Vaya corpachón!

Y Faustino, tieso, sin inmutarse, con la vista al frente, bufando un poco las aletillas de la nariz, para echar el aire; y con la boca bien cerrada, para no tragar el tufillo, que por ahí le viene la angustia  y le dan luego arcadas nada más que de pensarlo.

-¡Arre, que te rompo el espinazo, “hijoputa”!

Salmoral es un buen tío, un poco facha tal vez, pero a carta cabal como persona y en todos los menesteres, que él lo sabe y lo explota. Ahí lo tiene usted,  ligerillo de pies y con su cartera negra colgando. A sus cincuenta años ya no hay quien lo cambie, ni en hábitos de andar por casa ni en vicios de correr  por fuera, que los tiene, pero metódicos y controlados. A las ocho en su pisito, con doña Perpetua, que manda huevos tener encima a una mujer con ése nombre; pero los jueves, a las cuatro y cuarto, no hay quien le quite su siesta con Marisol la estanquera, que se la viene zumbando desde que llegaron los repatriados de la División Azul. Fue un flechazo, como Dios manda. Estaba él en primera línea de la calle de Granada, a la espera de los héroes, y ella en tercera fila con su traje de los domingos, aprisionada y, muy posiblemente, magreada. Así que, al verla Faustino de reojo, más por vicio que por educación, la puso delante, a menos de un metro de donde pasó luego la camioneta con los héroes de Rusia. Eso no se olvida, es para los restos. Marisol se lo viene agradeciendo desde hace unos años; ya sabe usted: todos los jueves a las cuatro y cuarto. Y lo llevan con mucha dignidad.

Faustino, además de ir tieso por la calle, ser de derechas, cumplir con doña Perpetua y con la estanquera,  vestir de negro y beber chinchón -que se me había olvidado-, escribe como las rosas. Por tal motivo a nadie de la Jefatura de la Movida le ha extrañado que Mariano le escogiera como negro para escribir el discurso de bienvenida a Bracamonte.

-Lo tiene que bordar, porque no hay mejor plumilla en toda la  provincia –se ha dicho esta mañana el Gobernador para sus adentros-.

Usted me dirá ahora: ¿y de donde coño le viene a Faustino tal habilidad? Pues se lo voy a decir. Su padre, don Antonio Salmoral, que aún vive en Pechina, fue maestro de pueblo; cosa que, de entrada, ya es un grado. Y así se fraguó el niño en las letras y dio su primer paso hacia el éxito. La reputación se la fue ganando luego a pulso, a fuerza de escribir gacetillas en la prensa de la Movida hasta llegar a editorialista del “Yugo y Flechas”. Claro que en la andadura le llovieron las bofetadas de don Antonio, porque fue así como le entró la ortografía, que le costó mucho acentuar bien y no digamos lo de las jotas, donde llegó el padre con él a la tortura; así como suena.

-¡Ni Zenobia Camprubí, ni leches!  Que aún te queda mucho para llegarle a don Juan Ramón a la punta del zapato, desgraciao!  Ligero siempre se ha escrito con “ge” de golfo, que te la estás ganando, imbécil...

Y luego es cuando le daba ya el guantazo, que sonaba en el mismísimo corral  a estruendo; algo así como el ruido que hacía el niño Manolo Godofredo en Laujar al lanzarse de cabeza a la balsa de los Morataya... ¡Plafff..!  Y todos los conejos se le metían a doña Ana Pantoja, la madre de Salvador Gabarda, en lo más profundo de la madriguera, dejándola en cuadro con el picadillo de las cáscaras de sandía, mientras las gallinas, acojonadas en un rincón, cacarea que te cacarea.

Ahora, ¡ya ve!, Faustino está contento porque ha terminado el discurso y se lo lleva al gobernador para que lo lea. Por eso camina deprisa y más alegre que otras mañanas; pues ha de saber usted  que siempre exterioriza  su buen estado de ánimo y, hoy jueves, más todavía, que se va a enterar la estanquera a las cuatro y cuarto. 

RASKA YU
FOX RÁPIDO
MÚSICA   y LETRA: P. BONET DE S. PEDRO
 
 
(CORO)
Raska yu, cuando mueras qué harás tú,
Raska yu, cuando muera., qué harás tú,
tú serás un cadáver nada más,
Raska yu\ cuando mueras qué harás tú.
(SOLO)
Oigan la historia que cont6me un día
el viejo enterrador de la comarca,
era un viejo, al que la suerte impía,
su rico bien arrebató la parca.
Todas las noches iba al cementerio
a visitar la tumba de su hermosa,
y la gente murmuraba con misterio:
es un muerto escapado de la fosa.
(CORO)
Raska yu, cuando mueras qué harás tú,
Raska yu, cuando mueras qué harás tú,
tú serás un cadáver nada más,
Raska yu, cuando mueras qué harás tú.
(SOLO)
Hizo amistad con muchos esqueletos
que salían bailando la sardana,
y mezclando sus voces de ultratumba
con el croado de alguna rana,
Los pobrecitos iban mal vestidos
con sábanas que apdok habían robado
y el guardian se decía con recelo:
estos muertos se me han revolucionado.
Si no es bastante tétrica la historia,
los fuegos fatuos se meten en el lío,
armando con sus luces tenebrosas
un .cacao de padre y muy señor mío.
(CORO)
(Al refrán.)
 
 
SOMBRA DE REBECA


CANCIÓN FOX LENTO

LETRA: J. SERRACANT

MÚSICA: MANUEL SALINA

 

Mi corazón atormentado,
sufre el enigma del ayer
que, como un reto del pasado,
sigue mis huellas por doquier.

¡Sombra de Rebeca!
¡Sombra de misterio!

Eres la cadena de mi cautiverio
¡Oh, Rebeca!
¡Quimera y pasión!
¡Sombra de Rebeca!
¡Sombra de tortura!
Guardas el secreto
de horas de locura.
¡Oh, Rebeca!
Mi eterna obsesión.

A tu recuerdo sujeto,
mi desamor viviré
y de mi ser, tu secreto
jamás arrancaré.
¡Sombra de Rebeca!
¡Sombra de misterio!
Eres la cadena
de mi cautiverio.
 
¡Oh, Rebeca!
¡Mi eterna obsesión!...

 
Ilustración nº 7 - Letras de las canciones “Raska yu” y “Sombra de Rebeca”)

 

-¡Raska yu, cuando mueras qué harás tú... tú serás un cadáver nada más..!

Faustino ignora por qué le sale el "Rasca yu" del subconsciente en vísperas de echarle un polvo a Marisol; cosa que no le ocurre con doña Perpetua, que entonces va por ahí  tarareando  melodías más lentas de Jacqueline François:  

-¡Sombra de Rebeca! ¡Sombra de Rebeca..! Eres la cadena de mi cautiverio...

Y el caso es que sigue enamorado de su señora esposa, que le tiene ganas, pero ni por esas... 

¡Sombra de Rebeca! ¡ Sombra de Rebeca!  ¡Oh, Rebeca!  ¡Mi eterna obsesión! .

Pero hoy, Salmoral no para con el "Rasca yu" en sus labios hasta llegar al gobierno civil.      

-¿Está don Mariano?  Dígale que ya ha venido Faustino Salmoral.

Los discursos de bienvenida no deben ser ni muy cortos ni muy coñazos, un folio y medio como mucho; con frases sencillas y rotundas, que lleguen con fuerza, que hagan enardecer en las pausas; buscando el aplauso o el abucheo, mirando a la gente con energía, transmitiendo, que se note la pasión, la entrega; aunque se mienta en cada palabra, pero que la última frase ponga en pie al personal.

-Me ha encantado, Faustino, eres un genio.

-Se lo agradezco mucho, señor gobernador; no se merece menos el Caudillo Bracamonte.

La sinceridad de Mariano para con Faustino -porque el discurso, hay que decir la verdad, le ha salido redondo-, no está reñida con algunas observaciones de menor importancia.

-Queda bien el remate de “las palomas blancas, a quienes nuestros trovadores cantaron  con  sus serventesios más sutiles”; pero habría que emplear términos más populares, menos retóricos.¿No te parece que podrías retocarlo un poco?

-Como usted diga, don Mariano, pero las gentes necesitan, desde su modesta cultura, palabras  y expresiones que no alcancen a comprender, porque en el fondo les gusta y porque es ahí donde se marcan las diferencias entre usted y la masa, el populacho; lo cual  -le matiza Salmoral- va a permitir también a Su Excelencia llevarse una muy buena impresión de nuestro gobernador, que Dios quiera mantenerlo entre nosotros por muchos años para el bien de Ciudad Dorada y el progreso de sus hijos.

-No, Faustino, si yo te lo decía por mi mismo, porque hay palabras que me cuesta pronunciar, que no son fáciles; ya sabes, por los vicios que se adquieren de pequeño en el lenguaje y que perduran hasta que te mueres. Yo no elegí nacer en la Alpujarra, aunque me sienta orgulloso de ello; te lo digo por el deje que me ha quedado, casi incompatible con tu rico vocabulario.

-Lo entiendo, don Mariano, pero tenemos unos días para ensayar; perdóneme que le insista. Le puedo leer un parrafito y usted me dice donde nos detenemos para trabajar en ése punto, para repetir las palabras hasta que le salgan bien, como a Pemán. ¿Qué le parece?  ¿Lo intentamos? Vamos a ver...

"La intimidad de nuestros hogares se abre como una flor para ti, oh electo, por estotra ofrenda de blondas y arracadas que guardáranse hasta hoy en la consola familiar y panzuda de cualquiera de estas casas que se miran en el Mare Nostrum. He aquí, afortunado navegador de las tempestades extranjeras, de las garras ponzoñosas del Este, un pueblo dispuesto a asirse contigo al timón de la carabela para así viajar juntos hasta buen puerto, más allá del NON  PLUS ULTRA..."     

-Qué, don Mariano. ¿Lo repetimos?

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